martes, 22 de marzo de 2011

REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA SOBRE PRÁCTICAS AGRONÓMICAS

CONTEXTO. (Estructura).
La productividad de los suelos a través de los años de uso, suele bajar de manera importante asociada a la reducción del porcentaje de materia orgánica, producto del laboreo excesivo del suelo.
Al arar el suelo, se produce una modificación de su atmósfera interior al ingresar O2 de la atmósfera externa, que aumenta los procesos oxidativos de la materia orgánica y libera CO2 (gas de efecto invernadero) a la atmósfera. Esa pérdida de materia orgánica libera una gran cantidad de nutrientes, lo que aumenta la fertilidad inmediata del suelo.
Por otro lado, se produce una disminución de la densidad aparente y de la resistencia a la penetración de la capa arable.
Estos dos procesos explican que el arado de los suelos permite mayores producciones que la siembra directa en el corto plazo. No obstante, si el proceso se repite en años sucesivos, la materia orgánica disponible para descomponer disminuye considerablemente, y con ella también disminuye la producción vegetal.
Además, la materia orgánica tiene un papel muy importante en la estructura del suelo, con lo que su disminución provoca pérdida de la misma, con sus consecuencias de pérdida de la permeabilidad y del aireamiento, y aumento de la erosión del suelo.

BENEFICIOS.
La labranza cero es una respuesta a la caída del contenido de materia orgánica en suelos agrícolas sometidos a labranza convencional. El objetivo es remover lo menos posible el suelo, disminuir los ciclos de oxigenación intensos de la materia orgánica y, por ese medio, evitar la destrucción de la misma.
No obstante, el arado de los suelos es una eficaz herramienta de eliminación de malezas, o plantas indeseables. Con la labranza cero, éstas deben ser eliminadas por medios químicos, de modo que exigen el uso masivo de herbicidas.
Por otro lado, también exige aportes extras de nitrógeno, en forma de fertilizantes.
Inesperadamente, la labranza cero también resultó una buena respuesta a la erosión en suelos particularmente expuestos a la misma, especialmente los suelos arenosos, que sufren habitualmente erosión por el viento. También se benefician de esta técnica los suelos con fuertes pendientes, que suelen sufrir erosión por el agua superficial.
En casos extremos, la labranza cero ha llegado a regenerar suelos erosionados.

RECOMENDACIONES.
Previo a la siembra directa, y cuando ya se ha decidido trabajar en labranza cero, se recomienda diagnosticar capas densas, para así tratarlas con el arado cincel, con el propósito de romper estratos endurecidos del perfil del suelo.

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